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Nati y Ramón

Con sus ochenta años Nati Velasco sigue paseando esa clase y elegancia que siempre la han caracterizado. Es además una persona “a la escucha” y sensible que no vive de recuerdos, aunque los tiene muy presentes y mentalmente bien organizados, porque piensa que el presente siempre es el momento de disfrutar de las cosas buenas que les da la vida. Junto con Ramón Fernández, de Puente Villandio, administrativo de la Empresa que supo conquistar, lleva toda la vida en Espinos. Este dúo de testigos privilegiados y lúcidos se sabe la historia de esta parte alta del valle y de su minería. No viven en una casa cualquiera. La casa-cuadra que fue unos de los edificios distintivos del grupo minero ha sido la atalaya desde la que físicamente han podido contemplar gran parte del valle, San Andrés hacia arriba y el serpentear del paisaje turonés echando la mirada hacia la derecha. Comenzaron su andar juntos disfrutando de una vida familiar cómoda, junto a los padres, en esta construcción impresionante, último testigo, junto con la de Podrizos, de aquellas famosas casas-cuadras que suministraban las sufridas mulas a la explotación del carbón en nuestra zona. Han seguido viviendo en el piso superior, con el envidiable y magnífico suelo de pino rojo de siempre, y no han querido borrar del todo esa página de historia que representa la construcción. Gracias a ese amor por ese pasado tan ligado a la vida de su padre, José Velasco el cuadreru, aún conservan en la parte baja, lo que fuera antiguamente la cuadra, tolvas para el pienso, pesebres, aperos y hasta nombres de esos animales tan sacrificados. El espacio de unos momentos, Nati y Ramón, con su gran memoria, han devuelto el frenético trajín de toda una actividad laboral, el punto de llegada de tantos grupos, aquellos planos inclinados, la trinchera de La Faya… Se cierran los álbumes y se silencian los recuerdos. Ramón, con sus 85 años, reemprende la siega y Nati sus quehaceres, su lectura o su navegación por internet. Disfrutan, son felices y no se arrepienten de no haber abandonado este rincón que es toda su vida.

Casa de Espinos.jpgEL SÍMBOLO DE NUESTRA VIDA


Esta casa representa una vida entera, la vida profesional de mi padre y luego toda nuestra vida de casados y de padres. Ramón es de Puente Villandio y yo nací en Lago, pero con un “añín” ya vine para Espinos y hasta hoy. Por eso digo que el símbolo de nuestra vida es esta antigua cuadra. Mi madre Amalia y mi padre José Velasco, el cuadrero, vivían en la parte de arriba y en la parte de abajo estaba la cuadra. Al principio no pagaban renta y creo que terminaron pagando algo así como cien pesetas. Estaba hecho de tal manera que el cuadrero podía vivir y trabajar con más comodidad para asegurar los horarios complicados del cuidado y de los relevos que necesitaban las mulas. Mi padre bajaba de la vivienda a la cuadra, por una escalera, una trampilla, pasaba por el almacén para echar pienso a las mulas con un sistema, que quisimos conservar, de “tolves” muy práctico. La cuadra era más grande, cayó una parte adosada, y permitía alojar a más de cuarenta mulas. Antes de ser cuadrero había trabajado en San Víctor de caballista lo que le había familiarizado bastante con el mundo de esos animales a los que dedicó toda su vida profesional.

La situación de la cuadra, las mulas y el trabajo de mi padre era bastante peculiar, aunque parece ser que era la organización o la costumbre de aquella época. Él trabajaba para la Empresa pero las mulas pertenecían a Manolo Mateo. Era una situación muy normal, la existencia de esos contratistas que suministraban los animales a las minas. El vivir encima de la cuadra tenía su ventaja pero al mismo tiempo yo veía que mi padre trabajaba muchas horas, no tenía horario… lo que a veces no es bueno porque Herrando la mula.jpgnunca ves el final de la labor. Era lo que yo llamo un trabajo de sesión continua. Se retiraba a las doce de la noche después de limpiar y lavar a las mulas que salían a eso de las 10 de la noche y tenía que levantarse a las 6 de la mañana para que las mulas pudiesen entrar en la mina.

La cuadra existió hasta los años 1965 o 1966. Al llegar los tractores empezaron a quitar las mulas y cuando se necesitaban las traían de la cuadra de Lago donde trabajaba Agustín el Molinero que ya habíamos conocido en la cuadra de Podrizos. Además por aquella, el grupo de Espinos ya estaba cerrado.(1) Creo que el último “cuadreru” fue Bayón pero también estuvo aquí Gelín de Canabatán. Esta era una construcción aislada, como ahora, lo único que había entonces era la “casa baños” en otro edificio a la derecha de la cuadra, donde tenemos el garaje ahora. Aquí venían de todo el grupo a bañarse aunque había otra en el primero al lado de los compresores, donde estaba David Cabo de vigilante.

LA TRINCHERA DE LA FAYA


Nuestro mundo de críos era la mina y en mi caso, por la proximidad, los animales. Yo sentía una predilección por dos yegüas que utilizaba el capataz para ir hasta “el quintu”. La actividad minera era muy intensa, había planos inclinados hasta el noveno. El Pozu Espinos era el 1º, La Faya el 3º, luego había 5º, 7º, y 9º. En La Faya había una “cableario” que bajaba el carbón de las minas que había por encima, por Escucha. La trinchera por la que llegaban los vagones con el mineral pasaba por delante de casa de los Saavedra, nuestros amigos, y luego por la nuestra, por delante de la cuadra. Lo normal, aunque reconozco que podía ser peligroso, era montar en el tope de los vagones con las amigas que tenía allí en La Faya, como Gelinos Saavedra, montábamos en el último tope. De todas maneras eso era menos peligroso que lo que hacían a veces algunos críos con los vagones de los planos inclinados. No me acuerdo de algo en concreto pero en los planos solía haber algún descarrilamiento.

DE LA LECTURA A INTERNET


Somos cuatro hermanos, dos mujeres, Mercedes y yo, y dos hombres, los dos mineros. Uno de ellos, Fredo, murió hace dos años y José Luis, que trabajó en los talleres, aún vive en Figaredo. Íbamos a la escuela a Lago con Pira, que era hermana de mi madre. Me acuerdo que de pequeños, por temporadas, quedábamos allí en casa de mi abuela y subíamos los sábados para Espinos. Eran tiempos en los que todo se hacía andando que era una buena manera de conocer a toda la gente con la que te cruzabas.

Pero a la escuela fui poco, hasta los doce creo, como muchos de aquella época. Me gustaba muy poco y lo que menos lasNati y sus padres.jpg matemáticas. Mi afición, algo que conservo desde mi niñez, es la lectura. Me encanta, nací con ello, siempre fui la primera para leer. De hecho leo en la iglesia los domingos y disfruto con ello. Estos últimos años también descubrí internet y soy una asidua de la página turonesa. 

DE OFICINA EN OFICINA

 

Las oficinas de la Empresa, eso fue lo mío, dice Ramón. Vine de administrativo para Espinos que llevaban todo lo del grupo, los “libramentos”, etc… pero también trabajé en las oficinas de La Cuadriella. Mis comienzos, en 1952, fueron sin embargo en Podrizos, cerca de casa porque yo vivía en Puente Villandio, allí conocí a Agustín el Molineru que era cuadreru y que más tarde pasaría a las conocidas cuadras de Lago que estaban al lado de la escuela de Doña Pepita. Podrizos tenía mulas que trabajaban en Fortuna y que bajaban el carbón que venía de la Güeria.

Fue el trabajar en Espinos que me hizo conocer a Nati. Ella bajaba a comprar “a la carretera” como se solía decir. Al pasar, solía mirar hacia las oficinas para ver quien estaba. Cuando llegué a las oficinas Nati pasaba más a menudo por allí … y así fue como nos conocimos en Espinos. Cuando nos casamos yo bajé para la casa donde seguimos viviendo desde hace 61 años.

Al principio Nati pensó que nos teníamos que marchar de aquí porque éramos muchos en la vivienda pero cada vez que se mencionaba esa posibilidad mi suegro se emocionaba, casi lloraba. Fue así como nos acoplamos a esa manera de vivir, nos adaptamos, nos fuimos “arreglando” y al final, con la llegada de los hijos, nos dimos cuenta de la comodidad de la que disfrutábamos teniendo a los padres con nosotros para echar una mano. Podíamos salir un poco y dejarlos con los padres.

Nuestra primera “gran escapada”, fuera del valle, fue a Barcelona donde teníamos una amiga de El Gabitu. Era nuestro viaje de novios, el tres de julio de 1952, toda una aventura de 27 horas de tren. Era un jueves y parecía que íbamos al fin del mundo: en el coche del Cubano hasta la estación de Ujo y en tren, pasando por Pajares que estaba nevado, hasta León donde cogimos el “exprés” que venía de Galicia y que pasaba por allí los martes, jueves y sábados.

Los primeros días Nati sentía morriña, se acordaba de los padres, quería marchar, no había teléfono en casa, no podíamos comunicar y, dada la corta separación, a las cartas no les daba tiempo llegar. Al final estuvimos quince días. Volvimos a Barcelona, años más tarde, inaugurando la línea que partía de Lugo de Llanera, por 840 pesetas. Pero esa primera salida nos Con la muñeca y los hermanos.jpgmarcó, Nati nunca había salido de casa, tenía 20 años y yo 25.

A la vuelta ya nos instalamos aquí y hasta hoy. Nacieron los hijos, había escuela en San Andrés, todo estaba a mano. Este es nuestro mundo y esta es nuestra casa. La Empresa tardó en vendérnosla pero al final todo salió bien. Mucha obra no hubo que hacer, el suelo de pino rojo tiene más de setenta años y está perfecto. La parte de abajo, la cuadra con alguna reforma que hice pero fundamentalmente conservamos los pesebres, las tolvas, algunos nombres de mulas aún escritos en las vigas, la huella del pasado está presente y no quisimos quitarla.

 

DISFRUTANDO CON LOS AMIGOS


Con la comodidad de tener a nuestros padres con nosotros pudimos salir y disfrutar de la vida social sin problemas. Íbamos al baile que había los domingos en San Andrés y también “bajábamos a Turón”. Solíamos salir fuera con tres o cuatro matrimonios, Fredo Hevia el capataz, Baquero y Lumi, Esther y Antonio Medina, Alberto el confitero. Muchas veces después del Cine Río o del Copeval íbamos a cenar a Casa Nieto y nos subía Berto el confitero en la furgoneta hasta San Andrés. Las diversiones más habituales…Ramón al fútbol y yo al cine con los críos. Ramón disfrutó también muchos años del esquí por Pajares y San Isidro con el grupo montañero turonés y el 1º de mayo hacían una paella en el puerto. Como se suele decir, disfrutamos lo nuestro.

CASA PIN


La tienda de las hijas de Pin era muy conocida, tiempos de “madreñes, chanclos, cachusques y chiruques” tan necesarios para andar por nuestros pueblos. Decir eso era decir que tenían de todo y estaban muy bien situados al lado del Pozo Espinos. Tiempos también de libreta y de pagar al final de mes para la mayoría porque no se manejaba el dinero como ahora. Cuando cerró la tienda cerró una verdadera institución.

Al economato iba poco con mi madre, la raras veces era, por la tarde, para ir a buscar el pan que se había agotado o que no había llegado por la mañana. Más tarde empezaron a pasar los panaderos por los pueblos a caballo con las tradicionales “banastres” de pan. Manolín, el panadero de San Andrés, andaba por Turón vendiendo pan con el carro.

En la tienda de la Empresa, que había enfrente del economato de la Rebaldana, donde la parada del autobús, en la casa de Valerio, trabajaban Belén la de Arturo y Chuchina. Como en la de la Cuadriella, allí se compraba el tejido para hacer la ropa. Amalia, mi madre, ayudaba a coser a Oliva la de Juaco, modista en Preximir, que tenía mucho trabajo y al mismo tiempo aprovechaba para hacer algo para nosotros.Ramón y sus padres.jpg

Yo siempre tuve ilusión por tener una capa. Pero como eran tiempos difíciles y prácticos mi madre pensaba que era mejor un abrigo que abrigaba más que una capa que era como más de fantasía. La convencí y fueron a comprarme la tela para la capa. El tejido que trajo era azul marino, me llevé una gran desilusión… porque fue para un abrigo.
 

PUENTE VILLANDIO


Mientras vivieron mis padres, Juan Antonio y Delfina, añade Ramón, subía a menudo por Puente Villandio, incluso con los críos en silla, en coche. Después las visitas se espaciaron bastante. De los hermanos aún queda el último, Tonín, que nació cuando la guerra y la hermana Elena la comadrona, que aunque tiene piso en Mieres vive en las casa de las antiguas oficinas de Podrizos. Exagerando un poco Elena dio a luz a medio valle(2), de Lago para arriba. Creo que empezó con el primer hijo de Morán y así siguió durante años andando por los pueblos trayendo al mundo a tantas criaturas. Venían a buscarla en caballo, a cualquier hora, lloviendo, nevando… A sus 88 años, aún tiene una memoria prodigiosa, es un pozo de recuerdos y todo un personaje de esta parte del valle.

DE CAPA CAÍDA


En pleno auge de la minería, había despreocupación, no vimos llegar el declive de Turón. Hoy contemplamos todo esto con gran angustia porque tampoco le vemos mucho futuro. Aquí siempre hubo la sensación y el convencimiento de que había carbón para siempre y de hecho carbón sí que queda. Siempre se pensó, como sucede con tantas cosas, cuando todo funciona bien, que esto era eterno. No se acabó el carbón pero terminó su explotación. A mí no me afectó porque ya estaba jubilado. En mayo cumplí 25 años de retirado pero no puedo ser indiferente a lo que pueda ocurrir en mi valle. Hubo más de 7000 mineros en el valle, terminó cerrando Figaredo y antes los demás: La Rebaldana con sus más de novecientos mineros, San José con otros tantos, Fortuna, Espinos con trescientos y pico, setecientos en La Güeria, Podrizos y San Víctor con ciento ochenta a doscientos respectivamente… una pena que Turón quedase así. ¿El futuro? …de capa caída, que no va haber nada, que no van a hacer nada… dejan todo al abandono. Hay algún proyecto de vez en cuando pero sin ningún objetivo, sin el objetivo principal que son los puestos de trabajo. Afortunadamente lo nuestro ya está hecho, a nuestra edad nuestro mundo sigue aquí y disfrutamos de su tranquilidad.
 

 

 

 


Entrevista realizada por Jorge Varela para www.elvalledeturon.net, Turón, junio de 2013
 

(1) En 1967 terminó la actividad del Pozu Espinos
(2) El domingo 19 de noviembre de 1950, en Pervaca, Amor dio a luz a Jorge con la ayuda de Elena.