La Politica Empresarial de Hulleras Del Turón
Una sociedad rural que Hulleras del Turón llevará hacia la industrialización, enmarcando con su acción paternalista todas las parcelas de la vida económica y social de los obreros turoneses. 2ª entrega de Patricia Latorre.
DE LA AGRICULTURA y GANADERÍA A LA INDUSTRIALIZACIÓN
En el siglo XIX la economía de Asturias estaba todavía fuertemente caracterizada por la agricultura y la ganadería. Sin embargo, los ingresos agrícolas eran insuficientes para satisfacer las necesidades de la propia población, lo que produjo que la emigración integral o estacional a otras regiones de España o Latinoamérica (donde se esperaban hacer grandes fortunas) ya representara una estrategia corriente de solución en el siglo XIX ante las crisis económicas. Adrian Shubert habla en este caso de una tradición de la emigración.
La extracción intensiva del carbón que se instauró en Asturias hacia finales del siglo XIX pone fin a la masiva ola de emigración. Aquí se inicia la historia del «Turón industrial».
En 1880 comenzó en Turón la primera extracción de carbón; en 1890 empresarios siderúrgicos vascos fundaron la sociedad Hulleras del Turón, que transportaba a las acerías del País Vasco el carbón extraído en Asturias.
La escasa mano de obra
Al igual que para otras empresas mineras de los valles asturianos, para Hulleras del Turón uno de los problemas que precisaban una solución más urgente era la escasez de mano de obra, pues el número de habitantes antes de iniciarse la extracción de carbón se estimaba en aproximadamente mil personas. A esto hay que añadir el hecho de que la mano de obra autóctona continuaba considerando la agricultura como su fuente principal de ingresos, siendo el trabajo en la mina una fuente de ingresos secundaria. Esto les otorgaba un alto grado de autonomía, lo que a su vez significaba para la empresa depender de la «voluntad de trabajo» de los obreros. Por lo tanto el objetivo de Hulleras del Turón fue educar a la mano de obra autóctona para ser obreros industriales puros, y captar un mayor número de trabajadores procedentes de otras regiones de España y asentarlos en el valle.
En un principio el número de habitantes de las cuencas mineras creció, debido a la emigración interior en Asturias desde las regiones rurales a las cuencas mineras. Sólo hacia el final de los años veinte se consiguió atraer mano de obra procedente de otras regiones, en particular de Galicia y León, pero también de Portugal. En esta época Asturias recibió la primera gran ola de inmigración (cfr. Shubert, 1984, pp. 34-43 ).
La vivienda como necesidad
El primer requisito para atraer obreros al valle era la creación de viviendas, puesto que muchos de los que vinieron tuvieron que ser alojados incluso en los hórreos que servían de granero. Hulleras del Turón fue consciente de esta problemática desde un principio, ya que en su primer informe anual se constata lo siguiente:
Por lo tanto Hulleras impulsó la construcción de colonias de viviendas, escuelas y hospitales. En 1919 el número de habitantes había ascendido a 7.021, pero el problema de la escasez de viviendas continuaba sin solucionarse. Las nuevas construcciones no eran suficientes para satisfacer la demanda, dado que, además, el número de habitantes crecía con mucha mayor rapidez que el de viviendas.
Al captar numerosa mano de obra también fue necesario disciplinarla y educarla según la mentalidad de la empresa. Para ello las empresas desarrollaron estrategias dependientes e interdependientes del proceso de trabajo.
Primero impulsaron la mecanización en el interior de los pozos para, de esta forma, reducir la dependencia que la empresa tenía de la arbitrariedad del obrero especializado. En este terreno Hulleras del Turón fue una precursora. Después de la primera guerra mundial, cuando la crisis del carbón representaba una amenaza para las empresas, Hulleras del Turón empezó a introducir una mecanización masiva (arranque, transporte del carbón en el interior de los pozos, introducción de una instalación automática de lavado y clasificación), siendo así la única empresa minera de Asturias que no tuvo pérdidas en los años veinte. No obstante, la consecuencia que ello tuvo para la clase trabajadora queda patente en el siguiente texto:
Servicios sociales y paternalismo industrial
Aquí no vamos a profundizar más sobre otras estrategias inherentes al proceso de trabajo y que tendían a disciplinar a los obreros, como son el control directo del proceso de trabajo por parte del capataz, las estrictas reglamentaciones o incluso la introducción del trabajo a destajo, que permitía destrozar la solidaridad entre los obreros. En el tema que nos ocupa son más importantes las estrategias desarrolladas por la empresa, con independencia del proceso de trabajo. En concreto los servicios sociales, con los que la empresa pretendía ganarse la lealtad del obrero y su vinculación sentimental con la empresa. Así, y no de otra forma, debe entenderse el paternalismo industrial: como un conjunto de estrategias empresariales que debían servir para conseguir el obrero ideal y garantizar su productividad.
La idea subyacente era convertir mediante estos servicios sociales al obrero “salvaje” y por lo tanto incontrolable en un obrero “civilizado”, es decir, hacer que apreciara las virtudes burguesas, como son una vida familiar reglamentada y sana y un hogar bien cuidado, con el fin de distraerle de su ocupación principal de tiempo libre, la vista a las tabernas. La taberna era considerada como el “refugio de los disturbios sociales”, en la que predominaban las ideas comunistas y anarquistas. Paralelamente a la construcción de viviendas se construyeron escuelas domésticas para mujeres donde debían aprender a llevar el hogar de forma que:
El hogar bien cuidado no sólo debía mantener al hombre alejado de los bares, sino que las mujeres debían aprender además a fomentar, mediante la buena comida y el buen humor, la recuperación de los maridos del trabajo, para así garantizar una reproducción más efectiva de su fuerza de trabajo. En un estudio efectuado en Austria a principios del siglo XX sobre las escuelas domésticas para mineras figura entre sus tareas la de educar a la mujer con la finalidad de servir al obrero:
con el fin de que le libere de las cargas de la fábrica, ( ... ) para que el obrero llegue al trabajo adecuadamente recompuesto (satisfecho) (Wieser, 1984, p.107).De esta forma a la mujer se le atribuye una función de sostén del sistema. Aquí se encuentra el origen de la división del trabajo predominante de los valles mineros.
Educando y responsabilizando
No obstante, mientras no se pudo crear el hogar ideal y los niños continuaban estando expuestos en sus casas a malas influencias, la escuela y la iglesia debían asumir la tarea de la educación de los niños.
La empresa se tomó muy a pecho la educación de los hijos de los trabajadores, ya que el movimiento obrero continuaba cobrando fuerza y las empresas tenían la esperanza de poder frenar la influencia de las ideas socialistas y comunistas mediante la correspondiente educación moral y religiosa.
La institución de economatos (tiendas propiedad de la empresa para los obreros y sus familias), donde las amas de casa podían comprar controladamente, se convirtió en uno de los servicios de la empresa. Hulleras del Turón fundó el primer economato en 1894.
Paralelamente se crearon otros servicios como cajas de pensiones y cajas de ahorro. Éstos debían motivar a los obreros para manejar con “responsabilidad” su salario. Para la empresa «responsabilidad» significaba habituarse al ahorro y a la regularidad de los ingresos, lo que exige un trabajo regular. El objetivo en último término era crear una dependencia del obrero de su puesto de trabajo y, por lo tanto, de la empresa. En cualquier caso los empresarios toparon en este intento con la “obstinada resistencia” de los obreros (Sierra Álvarez, 1990, p. 233), que no se dejaba convencer por la idea del ahorro sistemático.
Las instituciones culturales y el tiempo libre
Para la empresa también fue importante el control para organizar el tiempo libre de sus empleados, para así ejercer sobre éstos al menos algo de influencia. En 1923 Hulleras del Turón apoyó la fundación del Ateneo Obrero, y donó una valiosa colección de libros para la biblioteca. Entre 1927 y 1929 se fundó una banda de música y Hulleras puso a disposición el dinero necesario para comprar los instrumentos. En 1925 un maestro del Instituto La Salle, creado en 1915 por Hulleras, fundó el Club Deportivo de Turón.
Con relación al control del tiempo libre ejercido por la empresa, el artista, poeta y escritor Nel Amaro opina lo siguiente:
Si restringimos aquí el concepto de cultura al servicio de instituciones culturales (1) (p. ej., banda, unión deportiva, coro, asociación de montañismo), puede afirmarse que éstas no fueron creadas por los mineros debido a una necesidad de actividad “cultural” , sino que fueron imbuidas por imposición de la empresa. Por ejemplo, el coro minero es en la actualidad una institución muy importante en Turón , que se identifica con el municipio, del que se siente muy orgullosa, y sobre la que un poeta de la región ha escrito unos versos que sus habitantes gustan de citar a menudo.
Picadores y ramperos
como pájaros parleros
dan al aire su canción
¡ qué bien cantan los mineros los mineros de Turón ¡
(Luis Aurelio en Ecos del Valle, 9/1982)
Las instituciones “culturales” creadas por la empresa han adquirido la función de creadoras de identidad de este municipio marcado por la minería.
Sierra Álvarez afirma que en Asturias fracasó el paternalismo porque nunca alcanzó su auténtico objetivo, coma era el de aumentar la producción a base de incrementar la productividad de los obreros. Más bien las estrategias paternalistas estuvieron dirigidas a amortiguar los conflictos sociales que se iban intensificando a lo largo de las primeras décadas. Asimismo, afirma que la política social llevada a cabo después de 1936 sólo era una política paternalista desde el punto de vista meramente formal, dado que las empresas se habían apoyado en una represión extrema y en un intenso intervencionismo estatal. Aun cuando éste haya sida el caso, es importante constatar que los orígenes de instituciones que continúan siendo importantes en Turón en la actualidad deben buscarse en el paternalismo industrial.
El hecho de que las estrategias paternalistas no tuvieran el efecto deseado por las empresas se vio claramente en los años veinte, cuando la demanda extranjera se redujo, disminuyó la producción de carbón y hubo que despedir a numerosos obreros. En Turón el fracaso del paternalismo se observa en la avalancha de los trabajadores hacia el movimiento obrero.
La tensa situación social continuó agudizándose en los años veinte y treinta. En este momento en Turón se produjo un suceso que ha marcado hasta nuestros días la imagen que el municipio tiene de sí mismo.
(1) La solidaridad, la conciencia de grupo, la ética del trabajo, etc., también representan parte de lo culura del minero.
Seguirá - Capítulo 3: Un capítulo negro en la Historia
© Patricia Latorre y Ediciones Trea SL